lunes, 25 de julio de 2011

Amorosa eternidad


Hoy. Sale el sol. De nuevo, como cada día. Más radiante. Hoy, quiero decirte que eres lo más bonito que existe. Que tus ojos son mi suelo y tu sonrisa mis ganas de caminar por él. Quiero decirte que las horas pasan y yo estoy aquí. El reloj hace su giro completo cada día, con su preciso y singular sonido del tic-tac que hace que nos hagamos más viejos. Pero no importa, contigo se para el tiempo. Los relojes no suenan. Nosotros no envejecemos. Quiero decir que tus palabras son mi día a día. Que quiero verte aquí, a mi lado, eternamente. Y decirte de una forma máxima, sorprendente cada vez, un '' te quiero'' de mil formas diferentes, para que siempre tengas ganas de volverlo a oír. Quiero darte madurez, a pesar de mi inmadurez continua. Quiero que los pasos que dé sean de tu mano. Quiero hacerte sonreír cada día. Quiero ver millones de veces amanecer en la playa. Y que la arena blanca, pura, sea portadora de nuestros secretos. Quiero decirte, con esto, que soy yo. El mismo de ayer, pero puede que mejor. Que soy yo, el único que te puede querer así, de forma distinta a todos los demás. El que mejor te puede tratar. Que soy yo, el que te escribe estas palabras frágiles, sentimentales, enérgicas desde mi más adentro. Quiero decir que contigo paro los relojes del mundo entero, para poder besarte a cada segundo que ya no es segundo, que se convierte en eternidad. Y que esa eternidad sea mi amor, distinto, inigualable y aún así inmejorable e insuperable.

domingo, 17 de julio de 2011

Unas manos mágicas, que dirigen dos marionetas.



Mirar en tu interior. Y no saber comprender qué extraño y conocido sentimiento vuelve a estar ahí. Más fuerte. Eres tú. Y no comprendo porqué vuelves a estar aquí. Inquietante, extraordinario, que me hace que me vuelva loco. Tú, yo. Parece un juego que nunca se acaba. Parece que sea una marioneta a la que solo la pueda dirigir tus manos. Y me diriges mal. Deja mis amarres en el suelo, que otras manos me cogerán, y podrán volverme a hacer sentir ese extraño sentimiento. Porque no puedes dirigir dos marionetas a la misma vez. Quédate con él, para siempre, como le prometes cada día y déjame. Deja de hacer que no pueda hacer otra cosa más que desearte, que querer volver a tocar tus labios, como en aquel parque. Deja que salga de este agujero sin salida, sin final feliz y quédate con él para siempre, eternamente. Y yo desde el suelo, como marioneta rota me quedaré mirando, escondido, para saber si eres feliz, que es lo que realmente me preocupa. Sin embargo, ahora no puedo quedarme quieto, porque sé que él nunca lo hará igual de bien de lo que lo puedo hacer yo. Sigo aquí. Impaciente, por ser él. Sigiloso, para no llamar la atención. Disfrazado, de alguien que no te dice lo que te quiere, de alguien fuerte. Pero, ten por seguro, que quizá, un día, las cuerdas de aquella marioneta con la que jugabas se rompa, y que ya no podrás jugar más porque las cuerdas del amor no las puedes coser dos veces.

domingo, 10 de julio de 2011

Que cuando ella pasa por debajo del cielo, solo el tonto mira al cielo.



Ahora, puedo cerrar los ojos. Mirarte, en mi interior. Tranquilo. Y tu imagen, frágil, tenue, etérea ilumina mi mente. Hace que mi cuerpo esté lleno de vida. Sí, estoy tranquilo. Puede que porque sé que estoy aquí, aún sin tenerte siendo afortunado por existir. Y saber que siempre alguien puede mejorar a cualquiera. Tranquilo, porque sé que soy el que mejor sabe cuidarte, el que mejor te acaricia, el que mejor te levanta el pelo y el único al que de verdad le brillan los ojos por ser el reflejo de los tuyos. Es inquietante saber que toco tu cuerpo, a veces, y sé que no es mío, pero que lo toco con mas ansia que cualquier otro. Porque que nadie me diga que hay mayor deseo que tú. Que no hablen de diosas, si no saben los milagros que llegas a hacer tú. Que no me hablen de destino, si eres tú la que impone las leyes del tiempo. Ni me hablen de musas que inspiran a poetas, músicos o pintores, si no han visto tus ojos. Y no me hablen de tempestad y dulzura, si no han besado sus labios. Tampoco me hablen de sentimientos, si no la han sentido por dentro. Pero, sobretodo, no me hablen de amor, pues soy el que lo inventó, por ella, por mí, aunque sea para sufrir. Que sé, que tú también sabes decir cosas parecidas, pero que nunca me igualarás, no por ser tú, sino porque a mí de versos no me tienes que decir nada si ella me inspira. Que sé que tú también escribes sobre la misma, pero yo, lo hago de verdad.

sábado, 2 de julio de 2011

Co-razones

Todo eso de: 'no hace falta que me digáis eso de que perdéis la cabeza por eso de que sus caderas'...Ya sé de sobra que tiene esa sonrisa. Y esas maneras. Y todo el remolino que forma en cada paso de gesto que da. Pero además la he visto seria ser ella misma,y ,en serio, que eso no se puede escribir en un poema. Por eso, eso que me cuentas de que mírala cómo bebe las cervezas y cómo se revuelve sobre las baldosas. Y qué fácil parece a veces enamorarse. Todo eso de que ella puede llegar a ser ese puto único motivo de seguir vivo y a la mierda con la autodestrucción... Todo eso de que los besos de ciertas bocas saben mejor es un cuento que me sé desde el día que me dio dos besos y me dijo su nombre. No sabes lo que es despertarte y que ella se retuerza y bostece, después te abrace y, luego, no sepas cómo deshacerte de todo el mundo. Así que supondrás que yo soy el primero que entiende lo de que pierdas la cabeza por sus piernas, y el sentido por sus palabras, y los huevos por un mínimo roce de mejilla. Que las suspicacias, los disimulos cuando su culo pasa, las incomodidades de orgullo que pueda provocarte, son algo con lo que ya cuento. Quiero decir que a mí de versos no me tienes que decir nada, que hace tiempo que escribo los míos. Que cuando ella cruza por debajo del cielo, solo el tonto mira al cielo. Que sé como agacha la cabeza, levanta la mirada y se muerde el labio superior. Que conozco su voz en formato susurro, y en formato gemido, y en formato secreto. Que me sé sus cicatrices. Y el sitio que la tienes que tocar en el este de su pie izquierdo para conseguir que se ría. Y me sé lo de sus rodillas. Y la forma que tiene de rozar las cuerdas de una guitarra. Que yo también he memorizado su número de teléfono, pero también el número de sus escalones y el número de veces que afina las cuerdas antes de ahorcarse por bulerías. Que no solo conozco su última pesadilla, también las mil anteriores. Y yo sí que no tengo cojones a decirle que no a nada porque tengo más deudas con su espalda de las que nadie tendrá jamás con la luna (y mira que hay tontos enamorados en este mundo). Que sé la cara que pone cuando se deja ser completamente ella, rendida a ese puto milagro que supone que exista. Que la he visto volar por encima de poetas que valían mucho más que estos dedos.Y la he visto formar un charco de arena rompiendo todos los relojes que le puso el camino. Y la he visto hacerle competencia a cualquier amanecer por la ventana. No me hablen de paisajes si no han visto su cuerpo. Que solo los sueños pueden posarse sobre las cinco letras de su nombre.